Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en https://woodyxxis158987.blogcudinti.com/38688530/cómo-el-cabezazo-de-zidane-cambió-la-final-del-mundial-2006